Este es uno de mis lugares favoritos de la ciudad. Fresco, silencioso, recogido y con un árbol maravilloso bajo el que da gusto sentarse, aunque tenga que ser en el suelo de adoquines.
Os hablo del patio del Museo Picasso, el de la biblioteca, al que me gusta entrar por un callejón que hay en calle Acazabilla.
Supongo que muchos conoceréis el sitio, y que más de una vez os habréis quedado mirando esa higuera llena de nudos, imponente esqueleto en invierno, y frondosa sombra en verano.
Es curioso que, siendo un lugar tan céntrico y tan cercano a sitios de gran actividad como lo son calle Alcazabilla o calle Granada, sea un espacio tranquilo y silencioso, donde se puede escuchar el canto de los pájaros, que casi se ha perdido en el barullo urbano. Excepto cuando llega el grupo de turistas, pero eso es otra historia, y además no suelen formar mucho jaleo.
La higuera, de día.
Antes de la reforma de calle Alcazabilla, el acceso era menos visible, o al menos la gente no se daba tanta cuenta de que estaba ahí. Ahora la escalinata por la que se entra al callejón llega hasta la vía, pero aun así no suelen pasar sino turistas y personas que saben que existe (he visto muchos fotógrafos con y sin modelos).
Creo que de noche lo cierran, pero gracias a que ayer fue la Noche en Blanco, tuve la suerte de poder verla iluminada, y la verdad es que vale la pena. Intentaré verla así otra vez cuando pierda las hojas y os subiré la foto.
La higuera, de noche.
Como curiosidad, os traigo un detalle del muro del callejón. Es muy poquito, pero está inclinado. No se ve a primera vista, porque en realidad es cuando ya se ensancha el callejón. Cuando termina la fachada pintada, la fábrica comienza a invadir el pasaje.
Detalle del muro.
Espero que os haya gustado el sitio, y que os animéis a visitarlo tranquilamente.
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