Buenas tardes a todos!!
¿Qué tal os va todo?
Yo hoy voy a seguir contándoos lo que vi en Puerto Montt el otro día, después de recoger a Devin y Jackie, los estudiantes estadounidenses.
El primer sitio donde estuvimos fue Angelmó, un pequeño puerto que hoy es más un reclamo turístico de la ciudad.
Su característica principal son los palafitos, las viviendas construidas sobre pilares de madera para mantener la parte habitable alejada del agua.
Como ya he dicho, es un reclamo turístico para la ciudad, donde se venden productos artesanales, se realiza un mercado de pescados y mariscos, y como no, se pueden degustar todos ellos en sus múltiples restaurantes, pero era tan temprano cuando llegamos que casi todo estaba cerrado.
Y aquí estamos los cuatro, Pierre, Jackie, Devin y yo.
Tras un breve paseo nos dirigimos hacia la otra punta de la ciudad, literalmente, a la Playa de Pelluco. Tendréis que imaginárosla con más gente en verano, aunque ahora mismo estaba un poco desierta.
Y sí, ¡¡es el Océano Pacífico!! Ahí por fin lo sentí… y la verdad es que la próxima vez me lo pienso mejor, el agua estaba muy fría..
Me llamó la atención la arena, porque no es esa arena típica oceánica fina… que no se pega… que no se nota… que va, es muy parecida a la de Málaga, es decir, tierra con chinos y conchas.
Y por ahí cerca había también un pequeño mirador, que en sus tiempos había sido un pequeño saliente donde el farito avisaba a los barcos, desde donde se veía muy bien la Bahía de Puerto Montt, y toda la ciudad.
(Haced clic para verla bien)
No nos quedamos mucho rato, corría aire y hacía frío, así que nos trasladamos al centro de la ciudad, pero eso ya os lo cuento otro día, que se hace tarde y me pongo muy pesado con entradas largas.
Mañana termino este relato y puede que os traiga algo nuevo, ya veremos…
Disfrutad del verano! (o del invierno quienes estéis como yo)